jueves, 10 de julio de 2014

Sueños de atardecer


Se sentaron en el balancín, en aquella casita del acantilado que tantas veces soñaron, frente a ellos, la inmensidad del mar se dejaba acariciar por los últimos rayos de sol que preñados de melancolía teñían las nubes de colores que poco a poco iban languideciendo para dar paso a la oscuridad convirtiendo el mar en negra realidad, sintió frio y un estremecimiento la invadió al romper la ola contra el acantilado, las lágrimas corrían por sus mejillas, abrazó su cuerpo con sus manos buscando el calor de los sueños rotos y suplicó a los fantasmas de la noche que la llevaran con él…   

Veda Lontana

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