viernes, 13 de febrero de 2015

Rémora




Quisiera arrancar la rémora que atrapa mi cerebro enredando mis pensamientos, quisiera que la calidez del sol penetrara en mi pecho para derretir el hielo que cubre mi corazón, quisiera que la tristeza, atrincherada en la morada que habito, fuera desahuciada, ¿es eso pedir mucho?, he vivido perdida el tiempo suficiente para entender que ya nunca lograré encontrarme, ¿acaso me culpas por ello? No soy capaz de recomponerme y vivo con el miedo permanente de romperme, si eso me sucediera, ya nada podría salvarme. ¿Entiendes ahora que no te quiera a mi lado? ¿Entiendes que no quiera ser una carga que lastre tu vida?  Mi corazón no puede albergar el calor de unos sentimientos que mañana puedan no existir, porque saltaría en mil pedazos y quedaría condenado a vagar en un mundo paralelo.  Vete y vive la vida que te pertenece sin mirar atrás, avanza, no te enredes en la nada porque eso es lo que yo soy, nada.

Me quedé callado sin saber que decir, sus ojos color avellana carecían de expresión, sentí un desasosiego interior difícil de explicar, ¿Cómo puedes decir esas cosas?
-¿Tan estúpido eres para no entenderlo?- ¡Vete! No quiero verte más.

En aquél momento sentí que mi cuerpo era de plomo, me quedé frente a ella sin poder moverme, sin poder articular palabra, me sentía estúpido de verdad. Dio media vuelta y salió corriendo, allí, parado como un pasmarote, la vi alejarse hasta que desapareció.

La llamé todos los días durante una semana, sin respuesta, la esperé en la puerta de su casa, sin verla, era como si se la hubiera tragado la tierra. Le escribí una larga carta donde le explicaba que yo la quería así, imperfecta, perdida, con una rémora en el cerebro, que nada de eso era importante para mí porque desde que estaba con ella había dejado de ser yo para comenzar a ser ella, que juntos podríamos pensar en su angustia para no enterrar la posibilidad de considerar una nueva experiencia. Que era cierto que en la existencia vital de pensar y de ser estamos solos, que nadie puede vivir por nosotros, como tampoco nadie puede morir por nosotros, que somos seres individuales pero formamos parte de un todo social, si vives solo para ti, le dije,  el vacío se tornará cada vez más profundo y caerás ineludiblemente en la mayor de las soledades para perderte definitivamente, no quiero que eso te suceda, por favor, déjame quedarme a tu lado.

Metí la carta en un sobre y la dejé en el buzón de su casa, esperé en vano alguna noticia suya, la seguí llamando hasta que un día saltó una locución que incansablemente repetía, este abonado ha cambiado de número, pasaron las semanas y yo me apostaba a la puerta de su casa con la esperanza de verla salir, pasaron los meses y una vecina me amenazó con llamar a la Policía si me seguía apostando allí, ¡esa chica a la que buscas ya no vive aquí!, me gritó y, cuando hubo pasado un año, era mi cerebro el que estaba atrapado por una rémora que enredaba mis pensamientos…

Veda Lontana






lunes, 2 de febrero de 2015

Hoy me acordé de ti


Hoy me acordé de ti y, en mi recuerdo, recobré tu miedo a ser torturado, recobré tus pesadillas y tus días de exilio. Hoy, me he quedado pensando en los hombre y he de confesar mi falta de capacidad para entender porque se devoran como lobos hambrientos. Hoy el mundo se me ha hecho más cuesta arriba que de costumbre al contemplar la pasividad de unos y la violencia de otros. Hoy he mirado desde mi ventana el horizonte anaranjado que el cielo ofrecía y he pensado, no oculto que con rabia, en los atardeceres que no has vivido, me he acostumbrado a tu ausencia por imperativo del destino, pero otra cosa es el recuerdo que te trae de nuevo a un mundo que ya no es el tuyo. Hoy he tenido ganas de correr por las calles gritando a un pueblo adormecido. Hoy te añoré y volví a releer las dos cartas que me enviaste, eso es todo lo que me quedó de ti, por tus compañeros supe que fuiste apresado y torturado hasta morir por no delatarles. Hoy me acordé de ti y, en mi recuerdo te veía en la trastienda de aquél taller clandestino donde limpié tus heridas. Hoy, después de todo lo sufrido, me gustaría que mi sueño no fuera utopía, me gustaría que la justicia no fuera la del que mas tiene, sino, tan solo justa. Hoy, solo quiero enterrarte con los tuyos y poner flores en tu tumba…

Veda Lontana