Quisiera arrancar la
rémora que atrapa mi cerebro enredando mis pensamientos, quisiera que la
calidez del sol penetrara en mi pecho para derretir el hielo que cubre mi
corazón, quisiera que la tristeza, atrincherada en la morada que habito, fuera
desahuciada, ¿es eso pedir mucho?, he vivido perdida el tiempo suficiente para
entender que ya nunca lograré encontrarme, ¿acaso me culpas por ello? No soy
capaz de recomponerme y vivo con el miedo permanente de romperme, si eso me
sucediera, ya nada podría salvarme. ¿Entiendes ahora que no te quiera a mi
lado? ¿Entiendes que no quiera ser una carga que lastre tu vida? Mi
corazón no puede albergar el calor de unos sentimientos que mañana puedan no
existir, porque saltaría en mil pedazos y quedaría condenado a vagar en un
mundo paralelo. Vete y vive la vida que te pertenece sin mirar atrás,
avanza, no te enredes en la nada porque eso es lo que yo soy, nada.
Me quedé callado sin
saber que decir, sus ojos color avellana carecían de expresión, sentí un
desasosiego interior difícil de explicar, ¿Cómo puedes decir esas cosas?
-¿Tan estúpido eres
para no entenderlo?- ¡Vete! No quiero verte más.
En aquél momento
sentí que mi cuerpo era de plomo, me quedé frente a ella sin poder moverme, sin
poder articular palabra, me sentía estúpido de verdad. Dio media vuelta y salió
corriendo, allí, parado como un pasmarote, la vi alejarse hasta que
desapareció.
La llamé todos los
días durante una semana, sin respuesta, la esperé en la puerta de su casa, sin
verla, era como si se la hubiera tragado la tierra. Le escribí una larga carta
donde le explicaba que yo la quería así, imperfecta, perdida, con una rémora en
el cerebro, que nada de eso era importante para mí porque desde que estaba con
ella había dejado de ser yo para comenzar a ser ella, que juntos podríamos
pensar en su angustia para no enterrar la posibilidad de considerar una nueva
experiencia. Que era cierto que en la existencia vital de pensar y de ser estamos
solos, que nadie puede vivir por nosotros, como tampoco nadie puede morir por nosotros,
que somos seres individuales pero formamos parte de un todo social, si vives
solo para ti, le dije, el vacío se
tornará cada vez más profundo y caerás ineludiblemente en la mayor de las
soledades para perderte definitivamente, no quiero que eso te suceda, por
favor, déjame quedarme a tu lado.
Metí la carta en un
sobre y la dejé en el buzón de su casa, esperé en vano alguna noticia suya, la
seguí llamando hasta que un día saltó una locución que incansablemente repetía,
este abonado ha cambiado de número, pasaron las semanas y yo me apostaba a la
puerta de su casa con la esperanza de verla salir, pasaron los meses y una
vecina me amenazó con llamar a la Policía si me seguía apostando allí, ¡esa chica
a la que buscas ya no vive aquí!, me gritó y, cuando hubo pasado un año, era mi
cerebro el que estaba atrapado por una rémora que enredaba mis pensamientos…
Veda Lontana