No podía evitar que su
cuerpo se tensara cuando echaba la vista atrás, había dejado de correr más
rápido y más lejos para detenerse y mirar a su alrededor, en la retina de sus
ojos se amontonaban las imágenes, sabía que nunca desaparecerían, estaban al acecho
esperando reproducirse a través de sus lentes anamórficos como si de una
película en cinemascope se tratara, no podía ser nada más que lo que era,
había vivido lo que le habían dejado vivir, alimentado su alma con los libros
que escondía entre las cacerolas, se sentaba en la cocina sin hacer ruido y
mientras él dormía, ella devoraba historias que la llevaban al Cairo, a
Macondo, a Paris… de ese modo fue viviendo la vida de otros y
convirtiendo la suya en un sueño...
Veda Lontana
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