miércoles, 16 de julio de 2014

El adios


¿Dónde quedan el amor, los sueños, las caricias, las confidencias de los amantes que no se entregan?, estos eran sus pensamientos cuando el ruido del tren que se precipitaba por la vía la sacó de su ensimismamiento, miró en derredor observando a la gente que pasaba apresurada arrastrando sus maletas, a los que bajaban y se abrazaban con la alegría del que llega, a los que se besaban y decían adiós entre lágrimas y promesas de retorno, era una combinación de alegría y tristeza de gentes que iban y venían como si en esos pocos minutos se decidiera sus vidas.
Se contempló sentada en aquél frío banco de la estación y la embargó una profunda congoja, ¿de quién se despediría ella?, ¿quién la estaría esperando?, las lágrimas humedecieron su rostro y vinieron a su memoria las palabras de Baudelaire “¡Lo irreparable roe con sus dientes malditos!” y fue entonces cuando comprendió que no quería necesitarlo si no podía tenerlo. Arrastró su maleta por el andén hasta la puerta de salida, no estaba dispuesta a huir y no lo haría, el destino había jugado con ella pero era el momento de volver a retomar su vida.

Veda Lontana

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