Sucedió
así, sin más, como esas cosas que suceden sin que uno las espere ni pueda
evitarlas, aparentemente todo transcurría con normalidad en su vida, ningún
presagio, ningún atisbo, nada hacia indicar que en cuestión de unas horas todo
comprensión carecería de sentido por irracional e incoherente, la buscó en su casa repetidas veces, la llamó
al móvil, recorrió los sitios que solía
frecuentar, pero todo resultó infructuoso, recordó que guardaba una llave de su
casa la buscó y se dirigió hacia allí, la introdujo en la cerradura la giró y
la puerta cedió, no estaba echada la vuelta, lo cual, le produjo extrañeza
porque ella siempre la echaba, las luces estaban apagadas, todo aparentaba
normalidad, pero un presentimiento la inquietaba, fue recorriendo las estancias
una por una sin encontrar nada que llamara su atención, avanzó por el pasillo y
un escalofrío le atravesó el cuerpo, empujó la puerta de la habitación y se
quedó petrificada, estaba tendida en la cama, parecía plácidamente dormida, su
rostro era sereno y dulce de una palidez cérea, incapaz de traspasar el umbral
permaneció allí quieta, sin hacer ruido, como si temiera que se despertara, se
sobresaltó al escuchar el sonido agudo
del timbre de la puerta, intentó moverse pero sus pies parecían clavados al
suelo, el timbre volvió a sonar una y otra vez, por fin consiguió moverse y se
dirigió a la puerta, la abrió como una autómata y rápidamente su hermana se
coló dentro hablando sin parar, ¿se puede saber que te pasa?, hija ni que hubieras
visto un fantasma, chasqueó los dedos en el aire, ¡espabila!, ¿la has encontrado
ya? ¿está aquí? ¡me va a oír!, tan solo atinó a decir, no creo que nunca más vuelva a oírte….
Veda
Lontana
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