Ella me había dicho:
Si alguna vez me ves ausente, no
temas, es solo que a mi mente vuelve el recuerdo de los golpes que un día
recibí, no debes preocuparte, mis heridas ya no sangran, aunque las imágenes en
negativo se suceden mostrando la película de una vida que ya no es la mía, ¿pero
sabes qué? Que sigue siendo la vida de esas mujeres que mencionan los
telediarios de pasada, que sigue siendo la vida de tantas otras mujeres anuladas
en su voluntad de ser, en su voluntad de emprender, en su voluntad de sentir
porque ya no creen en nada, porque a fuerza de insultos y golpes han aprendido
a callar.
Lo llaman violencia de género, ¿sabes?,
así es como esta sociedad androcéntrica y patriarcal lo ha decidido, son sus
normas las que nos inferiorizan, las que hacen del hombre un ‘macho falócrata’
para mantener el ‘orden de género’.
Estarás conmigo en que hay que seguir avanzando, en que la implicación
de los hombres deviene necesaria en relación a la responsabilidad que por
acción, omisión o desinterés tenéis frente a este tipo de violencia, no, por
favor, no vayas a decirme que tú no eres un maltratador, que tú no eres un machista,
porque ese es el lugar común donde todos los hombres os refugiáis.
Cuando los hombres os deis por aludidos,
cuando estéis dispuestos a involucraros en transformar este problema podré
creer que no eres ninguna de esas cosas.
-¿Pero cómo puedes decirme eso?
Protesté yo-.
Hasta que no comprendas que no
eres tú, que sois vosotros como parte de una sociedad que ejerce diariamente micro
violencias tales como el sexismo o el abuso como algo natural, como una
costumbre cotidiana, nada podrá cambiar, ¿es que no lo ves?.
Es el hombre, en mayor medida,
el que ostenta el poder social de toma de decisiones en todos los ámbitos,
inclusive en las que atañen a la violencia de género por lo que, necesariamente,
debéis ser parte de la solución.
Por eso no os interesa, por eso
la conciencia de unos pocos no es suficiente para un problema de tantos.
Necesitamos la participación
masculina en la construcción de la igualdad de lo contrario no será posible, es
necesario movilizar a los hombres contra la violencia de género, fomentar la
acción educativa a fin de erradicar el comportamiento masculino, la misoginia,
la homofobia y la sexualidad como mercancía… que los hombres se convenzan de
que la violencia es un problema masculino que afecta a las mujeres por el mero
hecho de serlo. ¿Lo entiendes ahora?
Me quedé callado sin saber que
decir, en sus palabras no había rencor ni rechazo a los hombres, pero si mucha
impotencia e indignación, comprendí que aunque yo pensaba que en mi conducta
diaria era un hombre libre de violencia y machismo no era así, comencé a pensar
en pequeños gestos cotidianos y me di cuenta que eran conductas aprendidas que
debía cambiar.
Ella tenía razón, la igualdad
era lo justo.
Veda Lontana
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