viernes, 12 de diciembre de 2014

La inmortalidad del tiempo




Se despertó más temprano de lo habitual, esa mañana tenía cosas que hacer antes de ir a trabajar, salió de debajo del edredón nórdico de plumas que la escondía y el frío la abrazó sin compasión, sintió el deseo de volver a esconderse bajo las livianas plumas cómplices de sus sueños, corrió al baño, la casa estaba helada cogió una de esas batas que llaman de estar por casa del armario y se envolvió en ella,  a pesar de que era una prenda que no le agradaba se sintió reconfortada. Puso la cafetera al fuego y, mientras esperaba escuchar el gorgoteo del café saliendo y aspirar su embriagador aroma, se quedó mirando el calendario que colgaba del armario de la cocina, faltaban menos de veinte días para que el año caducara, para que fuera pasado, para que se convirtiera en historia; vivimos atrapados en la inmortalidad del tiempo, pensó, somos esclavos de nuestra propia mortalidad amaneciendo y anocheciendo al compás de los días que se repiten de manera infinita, cada comienzo de año hacemos promesas absurdas como si algo fuera a cambiar por el mero hecho de haber terminado de vivir los 365 días que constituyen un año, si no lo concibiéramos de ese modo estaríamos amaneciendo en el 366 día y no pasaría nada o pasaría todo, según sea nuestro destino, somos seres supersticiosos por temor a lo desconocido, necesitamos darle al botón de reinicio y creer que las cosas van a cambiar que al arrojar la copa contra el suelo nuestra suerte devendrá distinta, pero la realidad nos explota en la cara porque el tiempo no entiende de fechas ni reinicios, somos esclavos de los convencionalismos que nos rodean, la cafetera comenzó a gorgotear y un aroma a café invadió la cocina, aspiró con fuerza y despertó su pensamiento, vivamos este nuevo día se dijo y, comenzó a sorber su taza de amargo café...
Veda Lontana

1 comentario:

  1. ¿Ningún comentario? Impresionante relato. Me encanta ese instante en el que todo cambia de luz. No sólo con el nuevo año. Esa sensación con la que sorprendes al final es la que nos hace ser lo que somos. Me encanta. Un placer haber encontrado tu blog. Un saludo

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