Abrió
la ventana de par en par y sacó la cabeza esperando que sus lágrimas se diluyeran en la lluvia como los
azucarillos lo hacen en el café, olía a tierra mojada a tiempos pasados y a
soledad, sintió el temor de no encontrarse y supo que no había sido lo bastante
valiente para dejarse querer, sus ojos faltos de esperanza y rebosantes de desesperación
permanecían cerrados como si de ese modo no tuvieran que enfrentar su propia
identidad, permaneció así durante un
largo tiempo, huyendo de sus pensamientos que se escondían en el sonido del agua
al caer, la lluvia cesó, el sonido se detuvo, sus pensamientos quedaron al
descubierto, entonces sus ojos se
abrieron, el aire olía a limpio, a frescor y otoño, la embargó la melancolía y
no pudo por más tiempo aplazar el pensamiento que la perseguía, ¿sería capaz de
adamar de nuevo su corazón?...
Veda Lontana
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