Apoyó
la frente en la ventana y apenas la había posado la retiró hacia atrás al
sentir como el helor del cristal recorría su cuerpo estremeciéndolo con un
escalofrío, que diferentes eran los desvelos en verano pensó, donde la noche es
cálida y por las ventanas se cuelan las voces de los enamorados que llegan al
albor envueltos en risas y besos. Intentó atisbar la ventana del primer piso
sin tocar el cristal pero no consiguió ver nada, aguzó el oído pero con esos
recios cristales todo era silencio, se fue a la habitación, se puso unos
guantes, un gorro y un abrigo, volvió a la ventana, la abrió de par en par y asomó
la cabeza, allí estaba la incandescencia del cigarrillo pero los acordes del
piano eran mudos, maldito invierno masculló, se dirigió a la cocina cogió un paquete de
garbanzos y comenzó a lanzarlos en dirección a la ventana, su puntería era pésima, agarró
un puñado y los tiró de golpe oyó como varios de ellos impactaban contra el
cristal, la incandescencia del cigarrillo se acercó a la ventana, eh! aquí
arriba, ¿pero te has vuelto loca? no, es que no puedo escuchar el piano, oír su melodía reconforta mi desvelo, se acurrucó en el sillón bajo la ventana y las notas comenzaron a invadir la madrugada abrigando su alma huérfana de sueño…
Veda
Lontana