Abrió
la ventana e inspiró con fuerza repetidas veces hasta que la aflicción fue
cediendo, se había despertado en mitad de la noche angustiado, sudoroso, en su
retina permanecían agazapadas las imágenes del horror, llantos de madres y
padres sacando de entre los escombros los cuerpos maltrechos de sus hijos, ya
no hay risas, todo es dolor y sufrimiento, se agacha y entre los cascotes recoge
el cuento que le estaba leyendo, sus lágrimas incontinentes se derraman con la
rabia y desesperación del que no entiende, zarandea su pequeño cuerpo, ¡despierta!
pequeño, por favor ¡despierta!, el quebranto lo invade y no logra comprender el
porqué de tanto odio, un alarido escapa de su garganta estremeciendo el
silencio, se siente incapaz de concebir la indiferencia hacia el respeto a la
vida, ¿cómo se puede asumir la crueldad como algo implícito en la humanidad?, ¿a
qué nivel de destrucción y crueldad puede llegar el ser humano? ¿Pueden los
actos más abominables ampararse en movimientos ideológicos, políticos, sociales
o religiosos?, ¿cómo contemplar sin dolor la persecución y la muerte de un
indefenso inocente que no ha hecho daño a nadie?, él no podía…
Veda
Lontana